El cerebro está estrechamente conectado con la piel. Existe un eje que hace que lo que le pase a uno de ellos, repercuta en el otro. Y es que estaba claro, tantas enfermedades de la piel que empeoren con el estrés u otros factores psicológicos tenían que tener un porqué. ¿Pero, cómo de íntima es esta relación? Y lo más importante, ¿puedes hacer algo para controlarla y que no cause estragos en el estado de tu piel? Hoy te damos las claves para que controles el eje mente-cuerpo y consigas una piel sana.
El estrés no es el malo universal.
Ya sabes que aquí siempre vemos las dos caras de la moneda, y es que hay pocas cosas que sean siempre buenas en todo o siempre malas. Y, en este caso, el estrés no es una excepción. Quizás, ahora te estés preguntando que cómo puede ser que el estrés sea bueno. Pues vamos a descubrirlo.
El estrés puntual, también llamado agudo, es aquel que se alarga durante un periodo de tiempo relativamente corto. Este estrés permite a nuestro cuerpo reaccionar frente a peligros y adaptarse al entorno. El cuerpo está totalmente preparado para lidiar con él y es capaz de mitigarlo en el momento que debe desaparecer, es decir, este estrés es un proceso autolimitante. Este tipo de estrés no solo es bueno, sino que es necesario para el buen funcionamiento del organismo.
Sin embargo, existe otra clase. Hoy en día, nos enfrentamos a un estrés totalmente distinto: el estrés psicológico crónico. Este aparece cuando se alarga en el tiempo de manera indefinida. En ese caso, hay una serie de reacciones que hacen que distintas hormonas y neuropéptidos envíen señales a la piel para modular su sistema inmunológico. El resultado es una microinflamación descontrolada y no autolimitante. Esto significa que se alargará en el tiempo mucho más de lo que debería.
Micro-inflamación cutánea crónica, no gracias.
Esta es la verdadera mala de la película. Cuando hablamos de micro-inflamación, no insinuamos que se nos “inflame” o “hinche” la piel. En realidad, nos referimos a una serie de reacciones bioquímicas que liberan sustancias pro-inflamatorias, pero en cantidades mucho menores a cuando aparece la inflamación clásica cuando, por ejemplo, te haces un esguince.
Pues bien, ahora que conoces la micro-inflamación, ¿qué crees que causa en tu piel? Ten en cuenta que afecta a absolutamente todas las células y hace que no sean capaces de llevar a cabo su función habitual de mantenimiento correcto. Podríamos decir que están ocupadas en apagar el incendio y no pueden dedicarse a las labores habituales de mantenimiento del edificio.
Durante un incendio desde luego las cosas no funcionan como en el día a día, ya que es una situación desesperada. Lo mismo pasa en la piel, está ocupada intentando volver a la normalidad y no puede encargarse de que los queratinocitos formen una barrera cutánea buena, que los fibroblastos generen el suficiente colágeno y de la calidad necesaria… y así con todas las estructuras.
Finalmente, esto hace que la piel esté menos protegida, menos sana y, por supuesto, menos bonita.
¿Qué puedes hacer para controlarlo y mantener una piel sana?
Hay al menos cuatro estrategias que pueden ayudarte mucho. Eso sí, no son excluyentes. Cuantas más vías controles, mejores resultados conseguirás.
- Tranquiliza tu mente: intenta reducir la cantidad de estrés que hay en tu mente. Una manera de hacerlo, que no la única, es con la práctica del mindfulness.
- Relaja tu piel: intenta cortar la microinflamación con cuidados cosméticos apropiados, que ayuden a reducirla.
- Ayúdala a volver a su rutina: intenta elegir cosméticos que ayuden a la piel a volver a hacer sus actividades diarias correctamente
- Cuida tu interior: intenta comer más alimentos anti-inflamatorios y menos comida pre-cocinada y procesada. Toda ayuda es poca para mantener sana la piel y desde dentro de nuestro cuerpo también podemos ayudarla mucho.
Hoy en día, además, se sabe que, el eje cerebro-piel, actúa en doble sentido; es decir, no solo la piel se ve afectada por el cerebro, sino que la piel también manda señales al cerebro que pueden condicionarlo. Entonces, si mantienes tu piel en un óptimo estado, habrá más posibilidades de que tu cerebro también se encuentre bien. Y, por otro lado, si ves que pasas una época más estresante o con circunstancias que están “sobrecargando” de manera negativa a tu cerebro, también puedes intentar que le afecte menos a tu piel, cortando el círculo vicioso, que no desencadena nada bueno.
¿Qué dices, tú también quieres mantener feliz tu piel y tu cerebro? Nosotras te proponemos una mezcla de cuidado cosmético y mindfulness: mindfulnea y presta atención plena a tu piel para saber qué necesita y luego, dáselo.
¿Te apuntas a nuestro estilo de vida healthy skin/ healthy mind? Cuéntanos qué te parece, nos encanta escucharte.